13 Abr De empresas familiares a familias empresarias
13 de abril de 2021. La sucesión es uno de los mayores retos que las empresas familiares deben afrontar para asegurar su continuidad, un proceso que debe planificarse con antelación y que conlleva un cambio de mentalidad en los integrantes de la familia. “Somos empresas familiares y tenemos que transformarnos en familias empresarias, que no es lo mismo”, señaló Marian Mouriño, consejera delegada de Grupo Corporativo GES, con sede en Vigo, y miembro de la segunda generación, durante su participación en el nuevo ciclo de los Martes de Consejos que organiza el Club de Consejeras de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, centrado en la sucesión empresarial.
Marian explicó cómo el grupo inversor presidido por su padre, Carlos Mouriño Atanes, inició hace 16 años la elaboración de su primer protocolo familiar, que para ella es “la base de todo lo bien que le ha ido a la empresa a lo largo de los años, marcando las normas de lo que es la empresa y lo que es la familia”, y que resultó también clave tras la dura pérdida de su hermano en 2008. El grupo creó su propia family office, muy focalizada en estrechar los lazos entre los descendientes que conformarán la tercera generación de la compañía. “Han generado esa unión y esa confianza para poder sentarse a una mesa y sacar una empresa adelante. Y eso se fomentó en un protocolo cuando tenían 2 o 3 años”, explicó.
Tona Martínez, miembro del consejo de administración de Finsa, donde forma parte de la tercera generación, destacó el trabajo conjunto de los miembros de la segunda generación, “los que tenían el control y el gobierno de la compañía”, y los de la tercera, “que ya llevaban años trabajando en Finsa”, en promover la elaboración de un protocolo familiar. “Queríamos reforzar el compromiso de la familia con la empresa y una serie de valores, definir el tipo de empresa familiar que queríamos ser y cómo hacer la transición, haciendo hincapié en que los accionistas también pudiesen asumir funciones en el consejo de administración”, explicó.
Junto con cuatro de sus primos, Tona pasó a integrar el consejo asesor de tercera generación que trabajaba para el consejo de administración, con el objetivo de preparar a los miembros de ese escalón familiar para asumir una nueva etapa. “Podíamos participar en las reuniones con voz y sin voto, y se consiguió una forma de trabajo con dedicación, propuestas y cuestiones sobre las que el consejo tenía que decidir”, señaló Tona Martínez.
El protocolo se firmó en 2002 y, entre 2008 y 2009, fallecieron sus tíos que estaban al frente de la empresa. “Fueron momentos muy duros, pero no tuvimos que encontrarnos de sopetón con la transición generacional. Teníamos un grupo cohesionado y unido preparado para trabajar y salimos reforzados como familia y como empresa”, señaló la empresaria, quien destacó el apoyo recibido por parte de toda la familia y la relación constante como aspectos más relevantes. Consiguen reunirse todos, una vez al año. “Nuestro deber es mantener implicados a los que no están en el día a día, informados, motivados y participando de todo, porque sin su apoyo no sería viable”, concluyó.
La primera sesión del ciclo sobre sucesión del Club de Consejeras también contó con la intervención de la codirectora de la cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Vigo, Elena Rivo, quien hizo una introducción teórica sobre la evolución de la sucesión desde los años noventa hasta la actualidad. El coloquio estuvo moderado por Dolores Martínez, presidenta de Galuresa, y la directora de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, Margarita Hermo.